Saturno: el planeta de los anillos

Saturno es el segundo planeta más grande y con mayor masa después de Júpiter, y el único del sistema solar que tiene un sistema de anillos visible.

Saturno al igual que todos los planetas que están después de Marte, es gaseoso, y se caracteriza por sus brillantes anillos. En la época en la que todavía no había telescopios, Saturno se consideraba el planeta más alejado del Sol ya que era visible a simple vista, y por la falta de tecnología no se podía observar más allá.

Curiosidades de Saturno

Si se mira con detenimiento, Saturno se ve claramente achatada por los polos dado que gira a una velocidad tremenda. Como comentábamos anteriormente,

Saturno es uno de los cuatro gigantes gaseosos (Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano). Todos estos planetas tienen anillos aunque ninguno de ellos tan visibles como los de Saturno.

Su núcleo de roca se encuentra dentro de una gran bola de gas que contiene hidrógeno, helio y metano.

Su apariencia clara, hace que irradie más calor del que recibe del Sol, al igual que sucede con algunos otros gigantes gaseosos de nuestro sistema solar.

Un día en Saturno dura 10,23 horas, esto significa que cada poco más de 10 horas da una vuelta sobre sí mismo, es decir, sobre su eje. Esto implica que un día en la Tierra son algo más de dos en Saturno. Sin embargo no ocurre lo mismo si nos ponemos hablar de la órbita, ya que Saturno se encuentra más lejos del Sol que la Tierra. Un año en la Tierra son aproximadamente 29,5 años en Saturno.

Esta gran bola de gas no sólo tarda mucho más tiempo en dar la vuelta al Sol que la Tierra, si no que lo hace a una temperatura muchísimo más gélida. De media en superficie, Saturno se encuentra a -139ºC. Además, es el único planeta del Sistema Solar que tiene una densidad inferior que el agua. Esto significa que si Saturno cayera sobre un océano lo suficientemente inmenso como para contenerlo, flotaría sobre el transparente líquido.

¿De qué color es Saturno?

Saturno es un planeta cuyas imágenes siempre nos ha atraído observar. Sin embargo, sus colores no son tan vivos como muchas veces se representa.

El color real de Saturno es más tirando hacia un amarillo pálido. Las imágenes que habrás visto del planeta de los anillos en las que se observan colores vivos e intensos, probablemente hayan sido editadas para resaltar esos tonos.

Saturno visto desde la Tierra

Observar fotos reales de Saturno visto desde la Tierra es una maravilla. Sin embargo, quizás no sabías que no es necesario un gran telescopio para ver Saturno con tus propios ojos. De hecho, con la ayuda de unos simples prismáticos astronómicos de 10×50, puedes llegar a diferenciar los anillos del planeta, así como sus lunas mayores como puede ser el caso de Titán.

Cualquier aficionado a la astronomía puede disponer de un telescopio de 70mm con el que se puede ver con sorprendente nitidez cualquier planeta como Marte, Júpiter o Saturno, así como la Luna o algunas lunas de los planetas mencionados. Está claro que con este tipo de aparatos, no lograrás la calidad del telescopio Hubble para ver el universo. Pero podrás, si observas desde un lugar oscuro y sin contaminación, ver elementos cercanos del espacio con tus propios ojos.

Las lunas de Saturno

Saturno tiene al menos 62 satélites con órbitas aseguradas. La luna más grande de Saturno es Titán, y es la única de todo el sistema solar qué cuenta con una atmósfera considerable.

Los satélites de Saturno se han ido descubriendo poco a poco, de hecho, en el año 2004 fueron hallados 12 nuevos, cuyas órbitas nos hacen pensar qué son partes de objetos mayores que fueron atraídos por la gravedad de Saturno.

La sonda Cassini consiguió imágenes en el año 2013 de los anillos más periféricos del planeta, en las cuales se percibían algunas perturbaciones. No fue hasta hace poco cuando se aclaró que se trataba de una nueva luna que se estaba formando y que no media más de un kilómetro. Dicho satélite fue bautizado como Peggy.

Entre las 62 lunas, algunas se pueden diferenciar fácilmente, ya que tienen distinta forma, diferente masa, y proceden de distintos lugares. Algunas de ellas son duras, sin embargo otras están cubiertas por un manto de partículas congeladas, hay otras porosas y blandas, y algunas otras tienen valles o incluso grandes cordilleras.

Lo que es común a todos y cada uno de estos satélites, son los profundos cráteres que las habitan, fruto del impacto de todo tipo de objetos espaciales.

En algunos de los satélites de Saturno como Dione y Tetis, se aprecia un claro indicativo de actividad geológica y su superficie se resquebraja.

Otras lunas parece que son cachos de satélites más grandes que chocaron, se rompieron, y se dividieron para ahora formar otros más pequeños como pueden ser Jano y Epimeteo.

Fue a mediados del siglo XVII cuándo Christiaan Huygens vio por su pequeño telescopio la primera luna de Saturno y la llamo Luna Saturni. Este satélite visto por primera vez en 1656 es el que ahora conocemos como Titán.

Posteriormente, Giovanni Cassini descubrió cuatro lunas más: Jápeto, Rea, Dione y Tetis.

A finales del siglo XVIII, fue William Herschel, quién se sumó a los hallazgos y consiguió observar a Mimas y Encelado. De esta forma, poco a poco se fueron descubriendo más y más lunas del gigante gaseoso.

Hasta que, cuando en 1997, se lanzó la misión Cassini Huygens, con el objetivo de investigar los satélites del planeta de los anillos ya se conocían 18 lunas. Esta misión fue todo un éxito y actualmente se conocen 62 satélites que orbitan alrededor de Saturno.

Los anillos de Saturno

Fue Galileo el primero en observar los anillos de Saturno en el año 1610, solo que creyó que eran satélites del planeta, ya que sus aparatos todavía eran muy anticuados.

49 años más tarde, Huygens, con un equipo mucho mejor los vio claramente, y no tuvo lugar a dudas de que esos eran los anillos de Saturno y no lunas. Fueron necesarios 200 años más para que Maxwell demostrara con fórmulas matemáticas, que esos anillos que se observan por el telescopio, estaban formados por partículas. Antes de este año, en 1859, se creía que eran sólidos. Sin embargo, en 1850 Edouard Roche ya había hecho una aproximación, mientras estudiaba el efecto de la gravedad de los planetas sobre y sus satélites. Y estimó que cualquier material que se encontrara más cerca que 2,44 veces el radio del planeta que orbita, no se podía juntar para hacer un cuerpo sólido, ya que sino se rompería. Y lo mismo sucedería con cualquier cuerpo sólido de por sí, que traspasase esa barrera. Se desquebrajaría fruto de la gravedad del planeta.

Podemos llegar a saber la composición de los anillos de Saturno por los restos de cometas y asteroides que nos llegan a la Tierra. El tamaño de los elementos que forman estos anillos es muy variable. Pueden encontrarse desde partículas del tamaño de un grano de arena, a otras más grandes que una casa. Gran parte del material que forma estos elementos que forman los anillos de Saturno es hielo. Además, podemos saber la que son elementos bastante jóvenes porque, si así no lo fueran, estarían completamente oscurecidos por el polvo estelar y no brillarían. Entonces, este brillo que emiten nos confirma que se trata de partículas jóvenes.